En la comunidad primitiva, se elaboró la primera interpretación
de la enfermedad y con ella nació la medicina como conocimiento
y la figura social del médico. La doctrina científica
de la enfermedad, creación griega, se inició en la obra del
filósofo y médico presocrático Alcmeón de Crotona.
La doctrina griega de la enfermedad experimentó diversas vicisitudes
en un período aproximado de seis centurias antes de ser reafirmada
por Galeno. El criterio médico galénico se mantuvo vigente
durante cientos de años.
Durante los primeros siglos medievales se redujeron
la actividad cultural y científica y con ello el estudio y la práctica
de la medicina.
La medicina europea comenzó como medicina monástica.
El enriquecimiento de los conocimientos médicos en la Europa Cristiana
por obra de las traducciones de los textos árabes y de la creación
de las universidades, motivó una profunda transformación
de la medicina europea.
La historia de la medicina europea occidental nació con
la etapa renancentista que corresponde a la fase de transición entre
la medicina medieval y la propiamente moderna; en su transcurso coexistieron
la doctrina médica tradicional
La medicina clínica se enriqueció en el siglo XVI
con un buen número de conocimientos concretos: por ejemplo, el de
enfermedades tales como la sífilis, la difteria, etc. El siglo XVII
es testigo del nacimiento de las revistas científicas.
La medicina clínica experimenta desde los mismos comienzos
del siglo XIX un rápido desarrollo, una casi total transformación
nacida de las concepciones anátomo-clínica, fisiopatológica
y etiopatológica de la enfermedad que en ese momento se formulaban
y motivado, también, por un acentuado proceso de tecnificación
del quehacer médico. Surgieron así la auscultación
mediata, varias formas de endocopias, la electrocardiografía, las
pruebas funcionales, los medios diagnósticos de laboratorio, etcétera.
La lucha social contra la enfermedad se orienta hoy claramente
al logro de una medicina preventiva que pretende evitar la aparición
de la enfermedad.La prevención y curación de las enfermedades del
hombre, objeto de la medicina, precisa para su real eficacia de la coordinación
de todas aquellas disciplinas que tienen implicaciones en los tres procesos
básicos sobre los que se orienta el que hacer médico de cada
día, a saber, el diagnóstico, el reconocimiento de un agente
o factor como causa del estado morboso y, por último, el terapéutico.»
Los adelantos de la ciencia biológica y los desarrollos
tecnológicos constituyen la base del progreso médico durante
los últimos 50 años, en los que ha avanzado la capacidad
del médico para intervenir en las enfermedades. Gran parte de este
progreso se produce en las ciencias básicas.
El carácter actual biocientífico de la práctica
médica tiene un desarrollo relativamente nuevo. Durante la mayor
parte de la historia registrada, la medicina era todo menos científica,
dominada por el empirismo y encadenada por dogmas.
A comienzos del siglo XIX, empezaron a aparecer precursores del
cambio cuando se aplicaron a la medicina los nuevos principios de la física
y la química; los fisiólogos insistieron en las funciones
de los órganos y tejidos, los patólogos en el estudio crítico
de los tejidos normales y patológicos y en las correlaciones entre
la enfermedad y las observaciones anatómicas precisas; los bacteriólogos
comenzaron a identificar los microorganismos de enfermedades determinadas:
el bacilo del ántrax en el carbunco, el bacilo tuberculoso en la
consunción, etc.
Las principales contribuciones eran diagnósticas, pronósticas
y de sostén.
Poco a poco aparecieron tratamientos particulares, la insulina
para la diabetes, el extracto de hígado para la anemia perniciosa.
Pero fue en el decenio de 1935 a 1945 que la aparición de las sulfamidas
y de la penicilina en la medicina clínica permitió curar
un número muy elevado de enfermedades que hasta entonces no tenían
terapéutica o eran mortales. La medicina no es sólo una rama
de la biología aplicada, pues supone también muchos aspectos
de la psicología, de la sociología, de la antropología
y de la economía.
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